Relato finalista del concurso Gran Cervantes Vegasur.

¿Quieres compartirlo?

Hola a todos.  La semana pasada publiqué el relato ganador del premio gran Cervantes de nuestros alumnos de secundaria y bachillerato, y ahora me complace presentaros al relato finalista, de una alumna de tercero de ESO.
Es un relato muy bonito y seguro que os encanta…

“-¡Cape, Cape! No te acerques a nadie extraño y dale un beso a los abuelos de mi parte- me dijo mi madre.

-Sí, mamá no te preocupes.-le contesté y salí por la puerta.

 

            Esa mañana hacía mucho calor, pero era normal, estábamos en pleno agosto. Me quedaba un mes para empezar el nuevo curso y tenía ganas de hacer algo nuevo, tenía la sensación de que siempre hacía lo mismo, nunca nada diferente.

 

            Mientras iba caminando hacia la casa de mis abuelos, me vi reflejada en un cristal. Resaltaba mucho el color rojo de mi  chaqueta, era mi color preferido, conjuntaba con todo. Seguí caminado y escuché un ruido, cuando me di la vuelta, vi a una mujer, alta, de unos 50 años, pelo marrón y ojos grandes. Me estaba mirando con aire preocupado y me acerqué a preguntarle si estaba bien.

 

-Hola, ¿Estás bien?

-Mmm, ¡Uy! sí perdona, espero no haberte asustado Cape.

-¿Cómo sabes mi nombre?

-Perdona, lo estoy estropeando. Te voy a contar una cosa y no quiero que te asustes. ¿A ti te suena el cuento de “Pinocho” ,”Blancanives y los siete enanitos” o “El flautista de Hamelín”

-Sí

-Pues tú también eres un cuento, el de “Caperucita Roja”, yo soy el hada de Cenicienta. Os estamos explicando a todos los protagonistas de cuentos esto, porque en La Real Biblioteca de Cuentos ha habido un problema. Arturo y su espada han desaparecido. Y queremos que nos ayudéis a buscarlos.

-¿Qué?- Esta mujer estaba loca, eso era imposible. ¿No?

-Sé que es difícil de creer y que no deberías hacer caso a extraños, eso es parte de tu cuento. Pero debes de creerme, la mayoría de las personas no son malas. Detrás de ti están algunos protagonistas más, si quieres puedes acercarte a conocerlos.

 

            No debería hacerle caso, pero creo que es buena persona y si quisiera hacerme algo no se habría inventado esta historia tan poco creíble. No la creo del todo pero hay una cosa que me ha llamado la atención, y es que, me ha dicho que por eso tengo la sensación de que siempre hago lo mismo y eso es verdad. Siempre voy a casa de mis abuelos y vuelvo a la mía.

 

-Vale voy a hablar con ellos.

            A lo lejos veía a un grupo de chicas y chicos de mi edad, uno llevaba una flauta y supuse que era el Flautista de Hamelin, me acerqué y empecé a hablar con él:

-¡Hola!

-Esto es duro de asimilar ¿No? Somos partes de cuentos, es súper raro.

-Sí, sí lo es. Yo pensaba que era una persona normal y soy protagonista de un cuento. ¿Te sabes mi historia?

-Sí -me contestó y me la explicó

-Gracias, ¿Y tú, ¿cuándo te has enterado?

-Hoy, igual que tú, estamos un poco despistados. Mira ahí está Pinocho, vamos a saludarle.

 

            Nos acercamos a él y nos contó que él se dedicaba a jugar a juegos de azar en casinos pero que se le daba muy mal y siempre le pillaban. Justo cuando terminó de contarnos que había dejado de jugar, el hada empezó a hablar.

 

-A ver chicas y chicos vamos a ir a la Real Biblioteca de Cuentos para buscar a Arturo, el mundo de los cuentos se está deteriorando y tenemos que hacer que esto no pase.

 

– ¿A qué hora vamos a estar en casa? Yo tengo que estar a las 00:00 en la mía- dijo una chica de azul que supuse que sería Cenicienta.

-Bueno no os preocupéis, estaréis pronto en casa, pero tenemos que averiguar cómo-cuando dijo esto último se empezaron a escuchar murmullos.

– ¿No vamos a poder volver a nuestra casa?-se escuchó

– ¡Claro que sí, en este mundo todo es posible! – Contestó ella, aunque no muy convencida.

 

            Yo seguí hablando con Hamelín y me contó que él era un gran músico y que todos sus conciertos se llenaban de gente.

 

            Llegamos a un descampado con muchos árboles frutales y Blancanieves dijo que no le gustaban las manzanas. Desafortunadamente era  lo único que había en esos árboles.

           Yo aproveché para preguntar al hada que por qué en mi historia aparecía un lobo, no lo entendía.

-Pues verás Cape, el lobo es solamente un animal, que como a muchos niños les da miedo se usa para representar lo malo que tenemos las personas. No tiene nada que ver contigo, pero en cierto modo sí. Todos y todas tenemos que estar atentas y atentos de nuestro alrededor.

-Gracias-le contesté

 

            Dos horas después seguimos caminando, pero yo noté una sensación extraña y cuando me di la vuelta vi borroso, como si no hubiera nada, y eso era imposible, acabamos de estar allí. La gente que estaba a  mi alrededor se dio cuenta y empezamos a correr hasta llegar a un precipicio. ¡No podíamos salir de allí!

            No sabíamos qué hacer y lo único que se podía escuchar eran gritos. Pero de pronto noté un soplido en mi nuca. Cuando me di la vuelta vi que era Aladdin con su alfombra mágica.

– ¿Llego justo a tiempo no? Subíos todos yo os llevaré- Nos dijo, y le hicimos caso.

 

            Cuando llegamos a la biblioteca, un sitio enorme con billones de libros, que no pudimos tocar porque podrían alterar nuestras historias.

Nos dividimos en grupos para buscar a Arturo. Hamelín, Pinocho y yo fuimos a un jardín precioso con árboles frondosos. Aquello era como un sueño, todo era irreal. Estaba tan metida en mi mundo que no me di cuenta de que alguien me estaba chistando. Cuando lo escuché me giré para ver de dónde provenía, pero no conseguí ver nada. Así que llamé a mis compañeros y los tres nos pusimos a buscar.

 

            A lo lejos del jardín había como una pequeña habitación y era el último lugar que nos quedaba por buscar allí. Dentro había una chica rubia de estatura media, con ajos azules y llorando.

 

-Lo siento-nos dijo. Todos nos quedamos sorprendidos y ella continuó hablando – No sabía qué hacer y esta era la única manera que había de traeros a todos, quería que supierais mi historia.

– ¿Qué historia? – respondí yo

– ¿Os la puedo contar con todos los demás?, por favor.

-Claro. Pero antes tenemos que encontrar a Arturo.

-Soy yo

 

            Al llegar al salón principal, dónde había una mesa muy grande, con diez sillas, había dos o tres personas. Esperamos a que todo el mundo llegara y la chica nos empezó a contar su historia.

 

-Adelante- dijo el hada, quien aparentemente no sabía nada.

-Mmm, a ver, pues yo, yo estaba haciendo mi día normal cuando Merlín vino corriendo y me contó que mientras practicaba alguno de sus hechizos se topó con esta biblioteca e investigando vio mi historia. Que por cierto me pilló por sorpresa.

-A mí también- la sonreí

-Y en el título del libro no ponía mi nombre, que es Aura sino que ponía Arturo. Pero eso no podía pasar porque Arturo es mi hermano mellizo y la persona que desarrollaba la acción en la historia era yo.

-¿Eso es posible?- Pregunté yo -¿Cómo es posible que pasen esas cosas?

– No se me ocurrió otra cosa que desparecer para que esto se arreglara. Sé que no es la mejor idea, pero es que estaba desesperada.

-Yo no sabía nada de esto y lo siento muchísimo de verdad. – dijo el hada.

-Yo también lo siento. Siento haberos hecho perder el tiempo a todos por nada.

– ¿Pero se podrá hacer algo no?

 Todos nos quedamos callados hasta que se escuchó una voz

 

-Esperad- Esta vez era Jasmine- En nuestro cuento tenemos al genio de la lámpara y podríamos usar los 3 deseos para pedir que cambien el nombre del libro.

-Síííí- dijo Aura.

-Sí podríamos hacerlo. Pero tengo una mala noticia que daros- contestó el hada. Todos nos quedamos atentos a ver que nos decía

-No os podréis acordar de nada de esto. Como os he dicho antes el mundo se deteriora y Merlín no debió haber leído el libro y vosotros no deberíais saber que sois personajes de cuentos. Otro de esos deseos se empleará en borrar lo que hizo Merlín, con lo cual no os acordareis de nada de esto.

 

            Todos nos quedamos muy tristes, pero al fin y al cabo ya sabíamos que esto tenía que pasar. Pero en mi cabeza todavía rondaba una duda.

 

– ¿Y cómo volveremos a casa?

– ¡El tercer deseo!- contestaron todos al unísono.

 

            Tardamos media hora en despedirnos- Pero albergábamos la esperanza de volver a encontrarnos. Y la verdad que yo tenía ganas de volver a casa con mis abuelos y mis padres. Para ellos solo habrían pasado 20 minutos, pero para nosotros había sido todo el día y yo estaba muy cansada. Aunque no me acordaría de nada.

 

            Cuando llegué a casa de mis abuelos me recibieron con un gran abrazo y se les veía preocupados.

 

-Cape, has tardado más de lo normal- me dijo mi abuelo.

– ¿Sí? No me he dado cuenta, que raro- contesté.

-Nos has dado un susto muy grande, pensábamos que algún lobo te había hecho algo- dijo mi abuela.

-Pero abuela, si vivimos en la ciudad.

-Lo sé.”

 

Espero que os haya gustado. Gran trabajo por parte de esta alumna.

Alberto

Comentarios cerrados.