La poética del haiku generalmente se basa en el asombro y la emoción (哀れ [aware]) que produce en el poeta la contemplación de la naturaleza. Siguiendo el régimen tradicional japonés, la composición suele contener alguna referencia directa o indirecta a la estación del año, mediante el uso de un kigo (季語) o palabra que evoca las estaciones. Los saijiki (歳時記) son listas extensas de palabras kigo en japonés, que el poeta puede utilizar.
Os pongo unos haikus famosos. Espero que os gusten.
Matsuo Bashô. Monje budista del siglo XVII.
Nadie que vaya
por este camino.
Crepúsculo de otoño.
Ueshima Onitsura. Monje budista del siglo XVII.
«Ven, ven», le dije,
pero la luciérnaga
se fue volando.
Yosa Buson. Pintor y poeta Haiku. Siglo XVIII.
Noche corta de verano:
entre los juncos, fluyendo,
la espuma de los cangrejos.
Kobayashi Issa. Monje budista de siglos XVIII y XIX.
Abriendo los picos,
los pajaritos esperan a su madre:
la lluvia de otoño.
Masaoka Shiki. Poeta Haiku Siglo XIX.
Andando con sus patitas mojadas,
el gorrión
por la terraza de madera.
Taneda Santôka. Poeta Haiku Siglo XX.
Con viento de otoño
recojo una piedra.
Masaoka Shiki. Poeta Haiku Siglo XIX.
Primavera en el hogar.
No hay nada
y sin embargo hay de todo
Chiyo-Ni. Una de las primeras mujeres poetas haiku Siglo XVIII.
De la bandada de los mil pájaros,
uno va perdiendo fuerzas
y el viento lo recoge.
El agua se cristaliza
las luciérnagas se apagan
nada existe.
Diciendo «cuco» «cuco»
durante toda la noche
¡al fin la aurora!
Nakamura Teijo. Poeta tradicionalista. Siglo XX.
La flor de loto
Sus hojas y las marchitas
Flotando en el agua.
Hoshino Tatsuko. S. XX. Fundó una revista haiku exclusiva para mujeres.
Blancos los rostros
Que observan
El arco iris.
Kakimoto Tae. Siglo XX. Hija de sacerdote budista.
Un ruido
Cavan una fosa
Detrás de las camelias.
Suzuki Masajo. Poeta. Siglo XX.
Una mujer sola.
Se despierta y mira
la caja de las luciérnagas.
Kamegaya Chie. Siglo XX. Poeta emigrante en Canadá.
Tan vieja estoy…
Ni me inmuté al saber
que tengo cáncer.
Nisiguchi Sachiko. Poeta anciana que aún vive.
Entre las hojas de té
puestas a secar,
solo un sendero.